
Me dijo que era simpático y que cocinaba rico.
Era su ingenuo intento de hacerme cocinar.
El amor nació apenas lo vi.
Ya escucharlo hablar era una gloria. Su cerrado acento me embriagaba. Oirlo decir patatas y zumo de melocotón en vez de papas y jugo de durazno fue el colmo. Quedé atrapada para siempre.
Él cocina sin ninguna Juanita. Limpia todo solito y mientras se fríe algo, o pica una cebolla, cuenta chistecitos tontos, canturrea y anima hasta al más muerto.
Se limpia las manos con su repasador inmaculado y sonríe.
Desde entonces, cada vez que lo engancho en su programa, lo veo, sin importarme mucho lo que hace.
Yo sonrío con él, embobada, sin aprender a cocinar jamás.
7 comentarios:
Te invito a visitar mi blog en el podrás encontrar mis últimos trabajos en arte la dirección es la siguiente:
www.claudiotomassini.blogspot.com
Te saluda atentamente Claudio Tomassini
Te entiendo madrevirtual, a mí me pasa algo parecido con Anthony Bourdain, en No Reservations!!! Y estoy tratando de conseguir Nasty Bites o algún otro de sus libros, si querés, después te lo presto...
Nasty Bits, perdón, es la emoción!!! (googlealo...)
A mi me llegó tu receta de tarta de atún y la rompo con eso ante cualquier invitada/o que viene a comer a casa. Quizá deberías tener tu propio programa, no?
A mí el atún no me gusta.
Ché, pero qué vieja babosa che...
Ah, otra cosa, a quién le importa lo que le gusta a este salame?
Saludos
Un amigo.
Parece que a nadie che...y eso que hay cada queso!
Publicar un comentario