domingo, 29 de noviembre de 2009

BLANCO ALA (en el cerebro)


No es ningún secreto que los varones dominan los medios, la política, la publicidad. El mundo, bah.
Tampoco que nosotras las mujeres, muchas veces dejamos pasar cosas para no complicarnos más la vida.
Ocupadas en encontrar un espacio respetable en el mundo del trabajo.
Aprendiendo a detectar hombres bombas, esos que te explotan en la cara cuando estás distraída.
Haciendo miles de peripecias para que el motor de una casa siga funcionando.
Educando a nuestros hijos para que sean personas decentes.
Dejamos pasar.
Pero esto no lo voy a dejar pasar.

¿Puede ser, que a esta altura de la historia, de los hechos, de este siglo, la publicidad dedicada a las amas de casa, seguramente ideada por jovenzuelos de menos de treinta años, todavía parezca de los años 50?

Miren si no:
Hay una mujer a la que la frustración le pasa por la manchas rebeldes que le queda después de lavar.
Hay un niño quiere ser rey por un fin de semana y ordena que su padre no atienda llamadas del trabajo y que su madre ... no lave ropa!
Hay mujeres que toman calmantes femeninos para que los hombres no tengan que soportar su mal humor.
Hay hombres que ganan con mujeres hermosas sólo por usar desodorante Axe o afeitarse al ras.
Hay madres que compran dentífricos para que su marido triunfe en el trabajo con su sonrisa blanca.

Yo creo que no hay nada, absolutamente nada, que me importe menos que la blancura de las medias.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Aquella vez

Esta imagen me la mandó mi hijo Pablo por mail. Era su regalo del día de la madre.
Disfruté mucho del recital, de mojarme hasta el alma con la lluvia.
Y me acordé de esta historia.

Era el año 98.
Se nos ocurrió hacer unas pre vacaciones en mar del plata por tres o cuatro días hasta que se desocupara la casa adonde íbamos y hasta que Norber, ( Ex marido. Padre de mis tres retoños), terminara de trabajar.
En Mar del Plata, porque mi hermana había alquilado una casa demasiado grande para ella y su familia
Allí fui, con Marina y Nahuel, los tres solos. En el fiat regatta color arena, por primera vez en mi vida manejando en una ruta. Y sin un hombre al lado. (perdón Nahuel, eras chico).
Obvio que se me rompió no sé qué pavada en dolores o por ahí. Obvio que me puteé a mi misma por emprender semejante aventura. Obvio que un mecánico me arregló el desperfecto por un precio irracional pero no tanto.

Una vez llegados allí, Pablito se unió a nosotros; terminaba sus primeras vacaciones solo, o mejor dicho, con sus amigos, sin nosotros, su familia.
Como es de imaginar, el sátrapa iba a aprovechar las vacaciones familiares también.
Má, me llevás a comprar una entrada para ver a Charly?
Sí, vamos...
Paré el auto frente al estadio. Pablo se bajó. Le dije: "Esperá. Sacame una para mí también."
Me invadió una sensación de irrealidad. Hacía tanto que no hacía esas cosas.
El recital fue uno de los mejores que recuerdo de Charly.
A los dos días, Pablito: Che má, toca en Villa gessell mañana, vamos?
Yo: Otra vez? Noooo... Es una locura. No me animo a manejar en la ruta de noche... Qué van a pensar ..que estoy loca ... Qué va a decir tu papá(?!)
Me acuerdo de la sorda lucha interior. De mi sólida estructura crujiendo.
Me parecía que era innecesario. Que ya estaba grande para "esas locuras"
No sé como me convenció. Sé que me moría de ganas. Y seguí el impulso.
A Marina y Nahuel los dejé con mi hermana en la puerta del Aquarium, al que íbamos presionados por el resto de la familia.
No escapamos juntos por la ruta.
Yo, asustada y feliz. Pablo, mirando nacer una nueva madre.
Llegamos con tiempo suficiente para comprar las entradas el el viejo autocine. Nos fuimos a comer unas empanadas salteñas que aún recordamos por lo deliciosas. Charlamos de no se qué.
Vimos el recital , cantamos. Pablo arrancó un afiche que decoró su cuarto durante años.
Volvimos cantando ante la formal promesa de Pablo de no dormirse y hacerme compañía.
La que me había quedado dormida era yo. Y ese día me desperté.
Nunca más volví a ser la misma.
O mejor dicho, empecé a ser de nuevo la siempre había sido. La que soy ahora.
La que sigue el impulso.