Hace algún tiempo que los odio.
Empezó como un cierto malestar.
Luego fue directamente exasperación.
Al final los quería matar a todos.
La razón, eterno salvavidas, cada vez me servía de menos,
encontrando todo el tiempo motivos a favor de la violencia.
Los odié. Los odio.
Cuando era más joven era diferente.
No los quería , pero al menos justificaba su existencia.
En la facultad tenía un anciano profesor que iba a la una de la tarde para no tener que sufrirlos.
En esa época feliz, yo no comprendía que algún día, no muy lejano, me iba a pasar lo mismo.
El martes pasado fue la última vez que fui al cine en horario central.
Me cansé de sus pochoclos ruidosos.
De sus celulares sonando todo el tiempo.
De sus asientos numerados perdidos.
De sus llegadas tarde.
De sus inapropiadas ganas de hablar en cualquier momento.
De sus risotadas fuera de tiempo y de lugar.
Basta.
Debe ser que estoy mayor.
No los mato porque no me compré el revolver.
Todavía.
Una foto
Hace 7 años