Me enteré a las dos de la tarde mirando TN que ibas a tocar 4 o 5 canciones frente a la basílica de Luján. No dudé en estar ahí. Quería ser testigo de ese momento histórico. Para vos que estuviste pensando tanto en morirte. Para todos los demás que te amamos y que no queremos que te mueras nunca. Quería estar para que vieras que te necesitamos. Que no te reemplazamos con nadie en tu ausencia.
Te quería hacer el aguante por todo lo que me diste en todos estos años y porque tu música ha estado presente en tantos momentos de mi vida.
Llegué temprano había poca gente todavía, casi todos tan desesperados por verte como yo. Chicos, adolescentes y también nosotros, los jóvenes de ayer.
A pesar de que el mini show estaba anunciado para las seis nadie te esperaba a esa hora por esa costumbre de haberte esperado horas en cada recital. La verdad es que nos quedamos helados cuando a las seis y cinco subiste al pequeño escenario improvisado en tan pocas horas.
Te vi. Me acordé de cuánto te quiero.
Te vi el alma desolada, feliz y temerosa de encontrarte con nosotros. Estábamos tan contentos y tan ocupados cantando con vos que no nos dimos cuenta de tu debilidad, de la medicación poderosa pesando sobre tu pobre cuerpo, de tu voz apocada.
El sonido no era muy bueno pero esta vez no te enojaste ni rompiste nada.
Terminó. Siete canciones. Un toco y me voy. Quedamos contentos igual.
En el viaje de regreso cantamos tus canciones.
Por la noche la tele repetía un reportaje hecho poco después del show. El periodista te trataba como los idiotas tratan a los chicos, a los viejos, a los locos. Con una sonrisa complaciente y boba, hablando con modulaciones exageradas, preguntando obviedades. Te juro que si hubiera estado a mi alcance lo hubiera echado a patadas. Lo hubiera ahorcado con mis propias manos.
Y vos respondías sin fastidio. Ya estás acostumbrado
, claro.
O te habías clavado otra pastilla.
"Por darte lo que di me transformé en un souvenir, asesíname."
Me da bronca. Me da lástima.
Pero me da alegría de que estés vivo todavía.