martes, 15 de junio de 2010

De amores y perros muertos

"No me quiero enamorar más. Basta de tanta pasión y tanto sufrimiento"
Eso me dijo
"Es como si dijera no quiero vivir más, no?..." Y se le llenaron los ojos de lágrimas.
"Pero es como cuando quisiste mucho a tu perro, y se murió. La ley natural, viven mucho menos que los humanos... Pero cuando se te muere el tercer perro, y llorás y sufrís por tercera vez la pérdida de ese que te alegraba la vida, decís: No quiero más perro... Bueno, a mí me pasa eso."
Me quedé pensando.
Tenía razón. La ví enamorarse y perder un par de veces. Apostar todo y perder.
Traté de convencerme de que era preferible vivir el sufrimiento de la pérdida a cambio de haber vivido semejante felicidad. No lo logré. La primera, segunda vez, vaya y pase , pero la tercera....
Me pregunté tantas cosas.
Valía la pena? Era mejor quedarse con quien no te hacía sufrir pero tampoco vibrar?Estabamos de vuelta? habría más por delante? No estamos ya en edad de empezar a ahorrar para cuando seamos viejas? Ahorrar vida y sentimientos, para nuestros nietos y no ser viejas amargadas y resentidas con los hombres.
Por primera vez me quedé sin respuestas. Yo, la que siempre defendía al amor por sobre todas las cosas.
Le dije: Qué viejas estamos amiga.

miércoles, 9 de junio de 2010

Importante

Mi hijo tuvo un hijo.
No hay nada, hasta ahora, más fuerte que eso.
Por eso no escribo.
Lo único que ocupa mi mente es un bebé.
Y él no sabe leer.
Sepan disculpar. Ya volveré, o no.
Saludos a los que están por ahí.

lunes, 26 de abril de 2010

Gracias Facebook

Todo comenzó con facebook, cuando recibí una solicitud de amistad.
Era de mi primo Diego, quien provocaba los suspiros de nosotras, sus primitas menores, porque era lindo y atorrante.
Nos intercambiamos saludos, qué es de tu vida y esas cosas.
Al poco tiempo me acordé de una foto. Un cumpleaños mío. Tres años y llorando frente a las velitas. Ahí estaba él, de siete años junto a su hermano Daniel.
La publiqué y me acordé de otras fotos, de cuando todos éramos chicos, de las fiestas de fin de año inolvidables en la casa de mis abuelos.
Las publiqué.
Diego, que vive en Barcelona, me mandó un mensaje: "voy en semana santa, hacemos un encuentro de primos?"
Y así se armó una reunión.
Nos encontramos después de casi 35 años de no vernos y descubrimos que tenemos mucho en común: el sentido del humor, el gusto por el buen vino, la trasnoche asegurada.
Pasamos todo un día juntos. En Villa María, Córdoba.
Encontré a dos minas impresionantes, mis primas.
A mi tío Raúl, tan igual a mi papá.
A mis primos tan parecidos a mí, a mis hermanos y a mis hijos.
A diego, que sigue lindo y atorrante.
A la casa que fue de mis abuelos, tan distinta, pero con la misma puerta.
Me encontré con un día que tardó 35 años.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Perdón Mónica



Ella era la más alta del grupo y unos pocos años mayor, por eso sus amiguitos la llamaban "jirafa".
En las fotos de los cumpleaños infantiles sólo salía su boca grande y sonriente, llena de dientes blancos: El fotógrafo privilegiaba a la mayoría, los petisos, tal como en una democracia mal entendida.
Ella vivía en una quinta. Hermosa. Con árboles añosos y una casa que alguna vez había sido importante.
Pero ella vivía en la casa de los cuidadores, con una habitación y un baño lejano. Su abuela, que la había rescatado de la muerte y que la criaba como a una hija, era la casera.
Ella era más grande que los demás, pero sólo físicamente. Su cabeza divagaba en las largas jornadas escolares con el resultado conocido: repetía de grado.
Ella había nacido de un parto compartido con su hermano, unos minutos mayor que ella y con más posibilidades de sobrevivir. El médico rural tuvo que elegir y no dudó. Dejó a un costado al feto que creía muerto y se dedicó al otro.
Lo de siempre. Sólo sobrevivirán los más fuertes.
Pero el médico no sabía una cosa: Su abuela, María, la reviviría con baños de agua fria y el pequeño feto lloraría. Ella también era fuerte .
Sus padres se quedaron en el campo y ella vino a Buenos Aires con su abuela para vivir en esa quinta.
Su abuela, aparte de su trabajo de casera, limpiaba casas por hora y una de ellas iba a ser la mía.
Y así nos hicimos amigas.Y jugamos en la quinta. Y usamos la casa de los dueños. Y nos comimos todos los nísperos. Y nos hamacamos, tanto, que una de mis hermanas, aún hoy, lleva la cicatriz de un hamacazo en la ceja.
Y jugamos a que éramos las dueñas.
Mis hermanas, dos amigas y yo, éramos las dueñas.
Ella no.
A ella la relegábamos a papeles secundarios, de mucama o cosas por el estilo (es que en en esa época teníamos poca conciencia social).
Inspiradas por telenovelas de la televisión ( léase Andrea Del Boca y compañía), casi siempre la tratábamos mal, creíamos que eso era lo que correspondía.
Ella logró, que gracias a su fanatismo ciego, yo escuchara a Sandro y llorara frente al tocadiscos.
Crecimos. la infancia terminó.
Un día me mostró un algodón lleno de sangre y me impresioné.
Su quinta se vendió. Hoy alberga a una estación de servicio.
Ella se mudó. Se casó. Tuvo hijos.
Yo también.
Se acuerda de mi cumpleaños, y de vez en cuando me llama el 9 de febrero.
Ella cumple el 14 de septiembre y yo siempre la recuerdo. Y a veces me acuerdo de llamar.
Se llama Mónica. Y nunca olvidaré cuando parecía más alta y más grande que yo. Hoy le llevo media cabeza.
Y otra vez, no sé donde anoté su número de teléfono, la puta madre.

viernes, 26 de febrero de 2010

Sodimac botonazo

O: "Mire, no se le ocurra afanar porque lo agarramos posta. Y tenemos todo filmado."

miércoles, 20 de enero de 2010

PARA MANUEL



Te llamás Manuel. Pero todos te decimos "el bebé".
No podemos dejar de mirarte.
Tu presencia nos hace querer ser mejores.
Nos hace querer vivir para siempre sólo para estar a tu lado.
Tu carita hermosa nos hace pensar que somos buenos, sólo porque te tenemos.
Que te merecemos.
Sos como el cuaderno de clase en la primera hoja, que queremos hacer prolija.
Sos importante y no tenés idea.
Sos muy chiquito.
Sos frágil y fuerte a la vez.
Tenés unos padres increíbles.
Soy tu abuela. Sos mi nieto.
Te amo bebé Manuel.

lunes, 4 de enero de 2010

Testimonios

Mi amiga me dijo lo siguiente:" Los hombres son como caramelos, hay de muchos tipos, rellenos, de dulce de leche, ácidos...
Hay algunos que no comés porque, a pesar de ser muy ricos, ya sabés que te hacen mal.
Hay otros que no son tan ricos, no tienen mucho sabor, pero por lo menos son inofensivos."
No tengo nada que agregar.
Ah sí! gracias a Dios por tener estas amigas.